Un viaje al mundo de los sueños con Espido Freire

Antes de que se iniciara el acto se proyectó un vídeo sobre la historia del parque natural de Bardenas Reales. Freire no perdió detalle de las imágenes y los comentarios que al respecto le ofrecía su presentador Pepe Alfaro. Sus últimas palabras antes de despedirse hicieron referencia a este incomparable paraje navarro. «Tuve la ocasión de recorrerla brevemente durante un día y es una zona maravillosa. Sin embargo, no nos damos cuenta de lo cerca que estamos de un paisaje y una tierra que es de hadas. Las hadas no siempre son buenas, muchas veces son terribles, roban… Pero las que viven en todo este entorno deberían estar ocultas en esas cuevitas de las Bardenas», comentó.

«Crecí siendo una contadora de historias. Cuando creo en algo, tengo la capacidad de transmitirlo». Son palabras de la escritora bilbaína Espido Freire, que el viernes protagonizó en Tudela la tercera edición de Diálogos de Medianoche. Freire, ganadora del premio Planeta en 1999 con «»Melocotones helados»», dio un repaso a su vida, desde su niñez a a la actualidad, narrando sus inquietudes, sus sensaciones, sus miedos y sus sueños en un mundo en el que se mezcla la realidad con la ficción. «Para mí las historias no están en la realidad. No supone contar sólo lo que a mí me pasa, sino lo que imagino y sueño. Tengan cuidado con la realidad y con lo que no es realidad porque, antes o después, los mitos y las leyendas nos van a encontrar», dijo durante el acto, que se celebró en la sede de la Comunidad de Bardenas Reales y congregó a unas 150 personas durante una hora y media.

«Navarra es una tierra que me acoge siempre no sólo con sus brazos abiertos, sino con sus mejores alimentos y sus mejores personas, dispuestas a abrazarme, nutrirme y a que no me vaya de aquí ni más delgada, ni menos querida, ni menos segura». Así definió Espido Freire a Navarra en su saludo a los asistentes a la tercera cita de Diálogos de Medianoche en Tudela, organizado por la Fundación Caja Navarra y Diario de Navarra, en colaboración con la Asociación de Empresarios de la Ribera y la Comunidad de Bardenas Reales, cuya sede acogió el acto. Asistieron unas 150 personas, entre las que se encontraba el alcalde, Luis Casado, varios concejales, la Defensora del Pueblo de Navarra, Mª Jesús Aranda, y el presidente de Bardenas, José Antonio Gayarre, entre otros.

Tras las primeras palabras de Freire, bilbaína de 31 años y que acumula 13 novelas, el auditorio penetró a través de sus inquietudes en un mundo en el que se entremezclaba lo real con lo irreal. Se definió a sí misma como una «contadora de historias» desde niña, y relató los avatares que tuvo que superar para llegar a ser escritora, sobre todo con sus padres, incluso horas antes de ganar el Planeta. «Antes de subir al avión mi padre me agarró y me dijo: tú a Barcelona vas a divertirte. Si ganas bien y si pierdes… total, es lo que esperamos todos», relató entre risas. «Subí echa polvo, pero pensando que tenía razón. Estábamos convencidos de que no ganaba», reconoció.

Lo que sí dejó claro es que este premio fue un punto de partida. «Me dio la posibilidad de tener suficiente dinero como para comprar una casa, y demostrar a mis padres, que llevaban años de angustias, que iba a salir adelante. Pero me dio la sensación de que empezaba la vida real. Tenía 25 años, 25 millones y la cabeza más o menos sobre los hombros. Ahí empezaba la vida y ahí empezó».

Pero durante su exposición tuvo especial trascendencia el mundo de los sueños y los miedos, unos miedos que en su caso se personificaron en La mora, una vaca de sus abuelos que odiaba a los niños y de la que «nunca se podía estar a salvo»; y el Yeti. «Supe de él por un libro que cogí sin permiso y mi castigo fue el pánico. Me importaba un bledo que viviera en Tíbet y que no se le hubiera visto en dos siglos. Era una realidad para mí».

Lucha contra la bulimia

Tampoco obvió sus problemas con la bulimia, una enfermedad que le afectó durante casi tres años cuando entró en el mundo de la ópera. «Tenía que ser la más competitiva, la más delgada. Estaba bajo una tensión tan grande que no me podía pasar otra cosa: o drogadicta, o alcohólica o bulímica, y fue esto. Tardé mucho tiempo en asumir que lo que me había ocurrido no era culpa de nadie. Luego me di cuenta de que no era un problema con la comida, sino con las emociones», recordó, a la vez que lanzó un aviso a los asistentes. «Las historias que nos cuentan los libros sabemos que son mentira, pero las que nos cuentan los demás, la televisión, los padres, los periódicos, casi siempre están plagadas de mitos de lo que quisiéramos ser. Tengan cuidado con la realidad».

Comprar margarina Tulipán o un libro de Pérez Reverte

Espido Freire hizo referencia al mundo comercial de la literatura. «¿Me convierten en un producto, soy una marca? En parte es así. Hay que saber que las editoriales buscan que alguien en cualquier lugar pueda reconocer el nombre de Espido Freire. Que la gente responda «»No la he leído, pero me suena…»» es un triunfo en una sociedad llena de información, moda. Buscan que igual que compramos la margarina Tulipán compremos un libro de Pérez Reverte. Eso, a nivel económico, es muy tranquilizador, pero tengo claro que mi trabajo acaba cuando hago la última corrección».

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Informa: Jesús Manrique / Diario de Navarra Fotos: SSLL

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